Las herramientas rinden mejor cuando se cuidan bien. Aunque muchas están fabricadas para resistir el uso diario, la falta de mantenimiento puede reducir drásticamente su vida útil. Desde FERMAF hemos visto cómo una limpieza simple puede salvar años de funcionamiento, y por eso compartimos las recomendaciones más prácticas para cuidarlas.
La limpieza después de cada uso es uno de los hábitos más importantes. En herramientas manuales basta con eliminar residuos de polvo, tierra o grasa. En las eléctricas, es fundamental asegurar que las rejillas de ventilación queden libres de obstrucciones para evitar sobrecalentamiento. El polvo acumulado es una de las causas más comunes de fallas internas.
El almacenamiento también juega un papel clave. Las herramientas deben guardarse en lugares secos, lejos de la humedad que provoca corrosión. Siempre que sea posible, usa maletines, estuches o colgadores que mantengan cada pieza protegida. Para herramientas de corte, como seguetas o cuchillas, se recomienda lubricarlas ligeramente para evitar óxido.
Otro punto importante es la revisión periódica. En herramientas eléctricas conviene verificar cables, conectores y gatillos para detectar desgastes o grietas. En herramientas manuales, revisa tornillos, uniones y mangos sueltos. Detectar un problema temprano evita accidentes y reparaciones costosas.
La lubricación adecuada mantiene el movimiento suave y reduce el desgaste. Unas gotas de aceite ligero pueden mejorar significativamente el rendimiento de bisagras, engranajes y mecanismos internos. No se trata de saturar la herramienta, sino de aplicar la cantidad correcta en los puntos clave.
Finalmente, usa cada herramienta para su función específica. Muchas fallas ocurren por intentar forzar una herramienta para tareas que no le corresponden. En FERMAF siempre recomendamos consultar antes de improvisar: una herramienta correcta no solo dura más, sino que trabaja mejor.